miércoles, 16 de noviembre de 2011

Casa Consistorial



Desde 1834 que obtuvo Crivillén su independencia municipal y que constituyó su propio ayuntamiento,  por la casa Consistorial de nuestro pueblo de Crivillén han pasado a lo largo de los años unas cuantas personas como alcaldes electos en las urnas, la mayoría ha repetido legislatura y algunos varias veces, a continuación está la lista:

María Josefa Lecina (2)  elegida  el 2007 al 20011 y del 20011 al 2015
Esther Bielsa Aced  (1)   elegida  el 15 de marzo del 2006 al 2007
Jesús Lecina Lecina (5)  elegido  en 1987y fue alcalde  hasta el 2006
Angel Val  Lecina , el Marchena (2) elegido el 1983-1987
Angel Bielsa el  Michel  (3) elegido  el 1970-1983
Paco el Francho
Manuel el Burillo  1955
Juan Quilez

Guardia del ayuntamiento: Pablo El tio Punchetero
el Jefe de la Falange: Joaquín el Jefe

Secretarios:

D.Pascual marido de la sr. Josefina que nos enseñaba las primeras letras
Ayudante:José el redondo

Biografía de:
Jesús Lecina
Fotografía cedida por Luis Lecina Estopañán
Fotografía cedida por Luis Lecina Estopañán
Recordamos a los grandes hombres y mujeres pensando siempre en aquellas personas cuya fama traspasa los límites de nuestro contorno local o comarca¡, y muchas veces nos olvidamos de quienes han formado parte de nuestro transitar diario, sin darnos cuenta de las labores que realizaron junto a nosotros haciéndonos más agradable la convivencia. Pues muchas de estas personas las veíamos cada día y a veces nos saludaban con ese adiós o ese hasta luego que un día fue el último. Entonces nos damos cuenta de la importante función que ejercieron en esta pequeña sociedad local donde vivimos, pues a pesar de no ser alguien influyente para el resto del mundo, esa persona que se fue inevitablemente nos deja un vacío más irrecuperable que aquellas otras tan significadas con las que seguramente nunca tuvimos la oportunidad de sentir una presencia tan cercana, tan afable y tan cariñosa.
Cuando algunas personas del contorno de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos y sus alrededores o comarcas limítrofes escuchábamos o leíamos en algún medio de comunicación el nombre de Jesús Lecina enseguida lo relacionábamos con la población de Crivillén. Pues este hombre, nacido en este pueblo el 2 de junio del año 1933, dedicó bastantes años de su vida a mejorar la habitabilidad de este municipio, ya que dentro de la opción política de Alianza Popular ganó las elecciones del año 1987, desarrollando desde entonces el cargo de alcalde hasta el año de su fallecimiento en el 2006. En total 19 años de dedicación a su pueblo, en los que se ganó el reconocimiento merecido tanto de la gente de izquierda, de centro, como de la derecha de esta población. Pues al parecer nunca antepuso la ideología política -que por otra parte es legítimo tenerla, sea la que sea- a los intereses sociales de todos sus paisanos.
En el transcurso de la vida de Jesús Lecina nos podemos encontrar con situaciones, anécdotas y detalles que seguramente muchos hombres -y también mujeres- han experimentado a lo largo de su vida. Él en ese sentido fue un ciudadano más, que habiendo pasado su infancia en una época en que nuestro país no tenía aún el desarrollo económico actual tuvo que desarrollar desde niño -a los 10 años abandonó la escuela para ayudar a la economía familiar trabajando como pastor- labores que hoy en día, en nuestra sociedad occidental, sólo las realizan en su mayor parte los adultos. Su adolescencia también estuvo marcada por trabajos tan duros como la minería, ya que con tan sólo 17 años trabajó en la Mina Constancia de Gargallo, luego siguió en esa misma profesión en las minas de carbón de Gargallo, más tarde en las de manganeso de los Mases de Crivillén y por último en la mina de la Oportuna, de la empresa Endesa de Andorra, donde se jubiló. En definitiva, que la mayor parte de su vida él fue esencialmente un minero, un obrero más de los muchos que compusieron el abanico de producción de nuestras cuencas mineras aragonesas en aquellos años de bonanza económica de las explotaciones de mineral.
Hay una frase en la Biblia -libro al que seguramente Jesús Lecina le dedicó bastantes momentos de lectura por su condición de católico practicante- que dice algo así como "No sólo de pan vive el hombre...", mensaje que él supo muy bien entender cuando, además de tratar de otorgar a su familia y a él mismo esa necesidad básica del pan para seguir existiendo, tuvo el interés también de dotarse, en la medida que pudo, de una dosis de cultura digna de admirar en una persona con tan pocos estudios académicos, ya que se aventuró a obtener -y de hecho lo consiguió- el título de Graduado Escolar con 31 años de edad.
En un carácter tan activo e inquieto como el de Jesús Lecina no es de extrañar que su dedicación al servicio de la sociedad local donde vivía fuese tan entregado. Motivo por lo que también supo darles cauce a muchas de las obras municipales realizadas bajo su gestión en su pueblo, en las que las dedicadas a la cultura juegan un papel primordial para la buena marcha de la salud mental de sus paisanos. También, en ese sentido, fue un entusiasta de las fiestas patronales, formando parte durante muchos años de la Comisión de Fiestas, donde creó una nueva manera de enfocarlas y darles con ello a todos sus vecinos algunos ratos más de ocio y diversión durante algunos días al año.
En los aspectos personales habría que decir que, como la mayoría de los ciudadanos de este país y de otros países de tradición cristiana, él decide casarse, y lo hace con Manuela Estopañán a la edad de 36 años en la iglesia de San Martín de Crivillén. En su matrimonio tuvo dos hijos, Luis y Olga, que nacieron en los años 1970 y 1974 respectivamente. Como ocurre con algunas personas no todo en la vida sale a la perfección, y de esas tres aspiraciones que suelen otorgarnos la felicidad a los seres humanos -salud, dinero y amor- a Jesús Lecina le falló con mayor intensidad la salud, ya que con tan sólo 19 años sufrió una grave enfermedad pulmonar que estuvo a punto de costarle la vida; pero no sería ésta la única ocasión en que la salud le jugó una mala pasada, pues ya después de casado y a la edad de 47 años sufre también una afección biliar y una complicación hepática de pronóstico bastante grave. Cuando él se jubila a los 55 años, quizá porque su padre fue sacristán -motivo por el que hereda ese apodo-, deja algunas de las actividades que realizaba y pasa el testigo a otras personas, pero la dedicación a la iglesia, a la que también prestó mucho interés, sigue vigente durante los últimos años de su existencia.
Por lo que he escuchado de muchos de sus vecinos al visitar su pueblo alguna vez me he llevado la impresión de que de este hombre, eminentemente familiar, religioso, afable y bueno habría que destacar sobre todo, quizá porque es por lo que más se le conoce, su dedicación total y sin ánimo de lucro al pueblo que le vio nacer. Ya que en un municipio de tan sólo 150 habitantes él supo muy bien enfocar su labor política en la alcaldía gestionando muchas y grandes obras como el Museo Pablo Serrano -que nunca llegó a ver culminado a pesar de que fue uno de sus empeños más destacados-, la Casa de Cultura del mismo nombre, la piscina municipal, el pabellón polideportivo... En lo concerniente a otras gestiones realizadas por él, referentes sobre todo a la restauración del patrimonio, podemos observar edificios como el del ayuntamiento restaurado, la Iglesia de San Gil, la ermita de Santa Bárbara y la del Santo Sepulcro, además de la cubierta de la iglesia parroquial de San Martín. Hay muchas más actuaciones de él que tuvieron su fruto de rentabilidad económica para sus conciudadanos, y que podemos observar si nos damos un paseo por aquella zona, como son el polígono ganadero o las pistas asfaltadas de los Mases de Crivillén y el cementerio. Es evidente que viendo los resultados de su gestión nos sugiere que nada parecía escapar a sus deseos de convertir su pueblo en lugar más agradable para vivir y eso es lo que todo ciudadano de bien valora en un político, que, como él, supo muy bien asumir su papel de alcalde, esa última faceta de su vida por la que de una manera inevitable los habitantes de este contorno lo seguiremos recordando.

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