Es verano y era la época de mas trabajo en las labores agrícolas y bien lo saben estos testigos mudos e impertérritoa gigantes de piedra "los rollos"
Moles de piedra tallada que servían para rollar la era de tierra, apelmazarla y dejarla lisa con los machos tirando de ellos dando vueltas y vueltas a la era para realizar después los trabajos de la trilla que en aquellos tiempos era todo a base de esfuerzo entre hombres, mujeres y caballerías, pero el tiempo pasó y la mecanización llegó y quedaron olvidados y abandonados en las eras circulares de los montalvos
donde los pajares van sucumbiendo al paso del tiempo y de los elementos perdiendo sus techos y sus paredes de piedra, desvencijadas sus puertas para el expolio de lo poco o mucho de valor que podían contener (trillos y herramientas) pero ellos permanecen alli como testigos de lo que sucede y sucederá en el devenir de los tiempos porque son gigantes con corazón de piedra maciza, plantados allí e inamovibles. Cuantas anécdotas, cuanto trabajo, cuantas historias de amor, cuantas calamidades habrán vivido y sin poder contarlas pues son testigos silenciosos de todas estas cosas a lo largo de tantos años y también se van haciendo viejos de tanta carga y siguen mudos, mudos y olvidados para siempre.
Pajares de los montalvos
Comedero de las caballerías
Escobas de mimbre
Rollo de piedra
Rollo visto de frente donde se aprecia el orificio que lo atraviesa
Rollos juntos e invadidos por la naturaleza
Algunos los han rescatado y los han llevado a un emplazamiento mejor, mas urbano, para ser testigos, testigos mudos, del progreso de nuestro pueblo, pero aunque su corazón sigue siendo de piedra creo que añoran su entorno, su soledad y su vida pasada en el silencio de los montalvos
Rollo anclado en la Plaza del Centenario
Rollo anclado encima de la fuente del pueblo
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