martes, 22 de febrero de 2011

Adobero

El principal motivo de esta tarea hoy casi extinguida en nuestro pueblo era la conservación de los alimentos, especialmente de la carne del cerdo, en aceite, para poderla consumir a lo largo del año y especialmente en los meses de verano durante la siega.

Cada familia disponía normalmente de dos cerdos que los tenía en las gorrineras, huecos bastante reducidos excavadoe en la arenisca, cebandolos con los desperdicios de la comida de la casa aderezado con productos de la hyerta como patatas, las cuales se cocían y se llamaban patatas del cerdo y restos de verdura como coles y toda clase de peladuras y pan seco, durante dos años para engordarlo y matarlo para San Martin, una vez matado se despedazaba y para la conserva se guardaban los lomos y las costillas, se salazonan conservandolas a temperatura ambiente entre 0º y 5º C durante 4 días en lo alto de la casa en el granwero en la ventana que daba al cierzo, después se orean durante una semana. Transcurrido este tiempo se trocean, para luego freír en aceite de oliva virgen y las longanizas, que se cortaban en pedazos y se freían en grandes sartenes con abundante aceite y luego se ponian en tinajas de barro, todos los bocados sumergidos en el aceote y se dejaba reposar y que el invierno congelara el aceite y así se mantenían en perfecto estado para el consumo, hoy en dias se comercializan en tarros de cristal en nuestra comarca.
















Tambien se hacían conservas de cnejos y aves como codornices y perdices, los cazadores mediante el mismo método en conserva



Otro producto sin igual que preparaba el adobero en nuestro pueblo era el jamón para ello se prensa para que suelte todos los jugos y luego este se cubría con sal y un lienzo durante unos 20 días para que cogiera la sal necesaria para adquirir su sabor manteniendo un peaso encima de unos 15 kilos, al cabo de este tiempo se quitaba toda la sal y se colgaba para luego dejarlo secar colgado en la ventana del cierzo en el granero de un buen clavo que había en los maderos que soportaban el tejado, cuidando que no le diera la luna, para que no se echaran a perder, Estaban fabulosos al cabo de año y medio de secado, tenuiendo en cuenta que eran piezas grandes de alrededor de de 6 y 7 kilos

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